En qué me hicisteis feliz cada uno.

              Así, en fila. Os voy a decir en qué me hicisteis feliz cada uno.

              Tú. Tú tuviste que luchar para llegar hasta mí. Tan cerrada a la gente que sólo dos o tres personas me conocían lo suficiente para quererme. Y les costaba. Tienes unos ojos bonitos, dije. Gracias, contestaste. Bufaste una carcajada cuando te dije que tener los ojos bonitos no era mérito tuyo. Y así todo el rato. Pero no te ibas, que era lo que yo quería. Te quedaste y me besaste sentada encima del bafle en el Dark Hole. Es posible que estuviera sonando Marilyn Manson, pero tal vez no. Era eso o The Cure. Perder la virginidad con un buen tío es lo mejor que te puede pasar. Descubrimos el mundo más allá de tu cuarto en la buhardilla. Te seguí dónde quiera que me llevaste. Me enseñaste que era fuerte. Tanto, que pude decir basta, no quiero más de esto. No soy así. Muchos años después, apareciste para hacerme perder la virginidad de nuevo y seguías siendo un buen tío.

              Tú. Tú me diste lo mejor de mi vida. Fe. Un amor sin miedo puede que sólo suceda una vez en la vida. Todo lo que venga será un eco de aquello. Algo que trataremos de imitar sin éxito porque después ya se ama con espuelas. Vivir acorde con uno mismo y sólo con uno mismo, sin temer a las consecuencias, fue lo que me enseñaste. Sentí que pertenecía a algo más que a mí misma porque de eso va perderse en las manos de alguien. Te miré, dije te quiero y algo se murió dentro de mí, y tú cuidaste de ese algo. Cuando dos personas se aman, nunca hay que decir basta, nunca, hasta que ese amor se extinga como el fuego en una habitación cerrada. Luego, pudimos decir adiós como quien se despide de un familiar al que sabe que amará el resto de su vida, por muy lejos que esté.

              Tú. Tú viniste a despertarme. A amar lo profundo. Lo que no se puede explicar con palabras. Lo que nadie conoce, ni yo misma, que miraba asombrada cada día a esa que habitó siempre dentro de mí. Porque tenemos muchos dentro de nosotros y, a veces, alguien despierta a uno de ellos. Amo mi cuerpo y sus apetencias y sus contradicciones y sus contracciones y sus recovecos gracias a ti. Amo mis entrañas gracias a ti. Amo los monstruos que rugen contra el techo de mi habitación. Porque son míos.

              Tú. Tú me enseñaste que lo importante está en las cosas pequeñas. Y rotas.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Responsable>>> .
Finalidad>>> Gestionar el comentario que dejes aquí después de leer el post.
Legitimación>>> Consentimiento del usuario.
Destinatario>> Los datos que me vas a facilitar a través de este formulario de contacto, van a ser almacenados en los servidores de enelapartamento.com, mi proveedor de email y hosting, que también cumple con la ley RGPD. Ver política de privacidad de enelapartamento> https://www.enelapartamento.com/privacidad.htm
Derechos>>> Podrás acceder, rectificar, limitar y suprimir tus datos personales escribiéndome a dianabenayas@enelapartamento.com.

error

¿Te ha gustado? ¡Compártelo!